La estupidización y descenso generalizado del coeficiente intelectual entre los niños y jóvenes occidentales, su pérdida de capacidad para la abstracción, la expresión y el razonamiento tienen una causa: el exceso de horas que pasan ante la pantalla (sea de móvil o de ordenador).

Esta es una de las concusiones a las que llega Michel Desmurget, director de investigación del Instituto Nacional de la Salud de Francia. En su libro La fábrica de cretino digitales, que ha publicado en la ed. Península, parte de datos devastadores: los niños entre ocho y doce años están cerca de cinco horas al día delante de las pantallas, y de los 13 a los 18 más de siete horas diarias. Esta barbaridad, que está ahora generalizada sin que padres ni autoridades se preocupen mucho por ello, ha llevado a países como Taiwan a multar a los padres que permitan que los niños de menos de dos años tengan acceso a cualquier aplicación digital y que no pongan al resto de las edades límites en su uso (que establecen en un máximo de 90 minutos diarios y nunca entre las 22 horas y las 8 a.m.

Este ensayo también recoge la paradójica situación de los ingenieros, dirigentes empresariales y técnicos de Sillicon Valey llevan a sus hijos a colegios donde no utilizan ordenadores ni dispositivos digitales. Así, en una ocasión preguntaron a Steve Jobs para el New York Times qué pensaban sus hijos del iPad, a lo que contestó que en su casa no había iPads ni ordenadores de ningún tipo. Y así lo reconoce el Informe Pisa que no sólo no encuentra ninguna ventaja educativa al uso masivo de ordenadores en la escuela y en casa, sino que se ha comprobado que dificulta el aprendizaje.

Por nuestra parte, en el Instituto da Familia, hemos desarrollado contenidos y cursos (de modo especial el curso online ‘Educar a los nativos digitales’) desde la experiencia directa en el acompañamiento familiar, en el que abordamos con rigor esta cuestión.

Atendiendo a las últimas investigaciones concluyentes al respecto, estamos persuadidos de la importancia de llevar a cabo una adecuada educación del uso de las nuevas tecnologías. No educar en el correcto (y restringido) uso de las nuevas tecnologías no es ingenuidad: es negligencia.

 

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