Hace unos días he tenido la fortuna de conocer y charlar con Fortunato di Noto, fundador y responsable de la asociación Meter onlus, prestigiosa institución italiana dedicada a la defensa de los menores respecto de la pedofilia, pedopornografía y abusos sexuales. Dicha institución incluye un activo Observatorio mundial contra la pedofilia, que ofrece datos escalofriantes respecto de este crimen que afecta a tantos niños en todo el mundo (también en España).

Internet es empleado por individuos aislados, pero también por redes organizadas para promover la utilización de los menores para utilizarlos con fines pornográficos. Además de la captación directa de menores para fotografiarlos o filmarlos, muchos son los que a través de las redes hacen contacto con menores para, tras ganarse su confianza, adiestrarlos y utilizarlos con estos fines.

Mientras que, en Estados Unidos, por ejemplo, la Asociación Americana de Psiquiatría aconseja vivamente la no utilización de internet, salvo con supervisión directa y muy limitada en el tiempo, antes de los 14 años, y luego de modo muy tutelado, en España, con ingenuidad parental, se regala el móvil a los niños con ocasión de la Primera Comunión o, en todo caso, antes de los 10 años. El móvil, claro, incluye barra libre de Internet. Por eso, es altísimo el porcentaje de niños ya expuestos a la visión de pornografía a edades muy tempranas (con la perturbación grave afectiva, sexual y comportamental que traerá consigo este hecho a partir de la adolescencia) y, además, quedan inermes ante estas redes ciberpedófilas haciendo de ellos fáciles presas del grooming. En estos dos casos, los efectos psíquicos son devastadores en los niños y jóvenes, quedando profundamente heridos. Además, por ser una actividad que el niño sufre o realiza estando solo en su habitación (el aislamiento del niño o preadolescente suele ser siempre una señal alarmante), sin que sus padres sospechen nada ni conozcan nada, no suelen reaccionar a tiempo, convencidos de que en internet todo el monte es orégano.

Ha llegado el momento de salir de la ingenuidad parental sobre estas nuevas tecnologías y afirmar con rotundidad que, por esta y otras muchas razones que ya hemos explicado en otros escritos, retrasar la edad de utilización libre del móvil, la Tablet y el internet hasta bien entrada la adolescencia, y luego con control parental, es una medida profiláctica y defensiva elemental.

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