Todo acompañamiento supone un proceso que tiene lugar a través de una serie de encuentros pautados durante un tiempo. Estos encuentros tienen un componente de sorpresa, de imprevisibilidad y resulta fundamental estar abiertos a la novedad que supone cada persona y a la sorpresa que nos trae cada encentro.

Sin embargo, hay un cierto camino que recorrer, un cierto método, un cierto proceso con elementos comunes que luego se adaptarán en función del tipo de acompañamiento y de cada acompañado y cada acompañante.

Todo acompañamiento, sea personal o grupal, deportivo o espiritual, educativo o familiar, exige un método que tendrá sus peculiaridades propias según a quien se acompaña y en qué ámbito, pero que tendrá unos elementos comunes en cuanto que es acompañamiento de personas.

Tener ese método claro, ese camino, es esencial, porque para acompañar no sirve sólo la buena voluntad.

¿Cuáles son los momentos clave de ese acompañamiento?

Cualquier persona que sepa de Counseling, Relación de ayuda, Coaching, etc. estará de acuerdo en que todo acompañamiento supone unas condiciones previas por parte del acompañante, que son las que enunció Rogers: empatía, aceptación incondicional y congruencia. Y todos ellos estarán de acuerdo en que…

  • El acompañamiento ha de comenzar con una acogida en la que se establezcan lazos emocionales con la persona
  • El acompañamiento ha de un incluir, como plato fuerte, largos tiempos de escucha, en la que la persona explica sus necesidades.
  • El acompañamiento se desarrolla mediante un diálogo socrático, en el que sea la persona la protagonista a la hora de descubrir los caminos que puede recorrer y las posibilidades para hacerlo.

Sin embargo, creo que hay otros momentos que deben estar presentes en todo acompañamiento si quiere ser personal y personalizante:

  • Promoción del autoconocimiento del acompañado. No fundamentalmente para conocer sus errores y deficiencias, sino para conocer todo lo bueno que hay en él y, sobre todo, la maravilla que es su propia existencia, el hecho de ser quien es.
  • Descubrimiento de los valores e ideales del acompañado, el sentido profundo que orienta su vida.
  • Sanación de las heridas del acompañado (emocionales, cognitivas, biográficas..). Acompañar es sanar, cuidar, restablecer.
  • Proporcionar herramientas para el crecimiento o desbloqueo vital, pues muchas veces el acompañado por sí mismo no tiene los instrumentos ni habilidades para hacer frente a sus dificultades o situaciones por falta de ‘habilidades básicas’ o defectos y carencias en su educación o socialización, La tarea del acompañamiento es, por tanto, subsidiaria en este sentido.
  • Impulso y ánimo para que el acompañado recorra su camino. Encontrar un contexto en el que apoyarse resulta clave para el crecimiento personal
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