Que una persona acompañe a otras en el camino de su vida constituye una tarea connatural al ser humano, puesto que toda persona es desde otras, con otras y para otras. Ser persona implica ser acompañado y ser acompañante. No son las muchas tecnologías, ni los muchos objetos acumulados, ni el currículum ganado, ni el mucho pensar lo que nos hace existir. Somos porque nos apoyamos, impulsamos y crecemos en un contexto comunitario personalizante, amoroso. Y maduramos como personas en la medida en que somos apoyo, impulso y fuente de crecimiento para otros, es decir, en la medida en que amamos a otros. Y una de las formas del amor, es decir, de tratar a una persona como tal, es acompañarla en el camino de su vida.

En esta tarea de acompañar coinciden madres, padres, profesores, amigos, médicos, terapeutas, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, directores espirituales, sacerdotes…

La pretensión del Blog que hoy inauguramos es la de mostrar caminos para hacer eficaz este acompañamiento, de modo particular en el ámbito de la familia y el matrimonio, pero aplicable a cualquier modo de acompañamiento. Pues todas tienen en común que es una actividad humana, diacónica, donativa, personalizante, en la que a través del encuentro se produce la ayuda de una persona a otra (u otras) en el camino de su vida.

Acompañar a una persona (o a una familia o a cualquier grupo de personas) es un arte, es decir, un saber hacer. Como tal, hay que aprenderlo y practicarlo. Sólo entonces, como todo arte, se puede intentar enseñar. Pero sólo lo aprenderá quien, escuchando el método o camino utilizado por quien ya es experimentado en acompañamiento, lo experimente él mismo.

Como no se trata de una tarea que se pueda improvisar, en la que valgan sólo las buenas intenciones, necesita de un aprendizaje continuo, de un aprender a hacer y hacer bien.  Porque, en primer lugar, acompañar a una persona es tarea siempre compleja que exige conocer bien el corazón humano. Pero luego, como todo acompañamiento es concreto, hay que saber cómo acompañar situaciones concretas: acompañamiento deportivo, familiar, espiritual, intelectual… De todos ellos, el familiar será el centro de nuestra atención en la andadura que hoy comenzamos.

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